CALENTANDO MOTORES

Por Lucio Conti

La política es esencialmente compleja y en constante redefinición por lo cual se hace la advertencia al lector que quizás en este artículo se sobre simplifiquen algunas dimensiones del objeto de estudio y se ponderen arbitrariamente algunas circunstancias como explicativas por sobre otras, lo cual no signifique que no sea útil para tener una primera aproximación al fenómeno con un argumento con base empírica.
Argentina actualmente se encuentra atenta a una elección general muy importante. Quizás la mejor noticia es que desde 1983 el país tiene -mal que mal- instituciones democráticas que funcionan, aún en momentos de crisis económicas, políticas y sociales con distintas intensidades, la democracia aún es vehículo capaz, válido y legítimo para dar cauce a las múltiples demandas de la ciudadanía: en resumen todos aceptan las reglas del juego democrático. Otra buena noticia es que de existir alternancia o no, los dos resultados posibles, marcan la primera vez que una fuerza política no peronista concluye con su mandato presidencial desde el año arriba mencionado.
Otro hecho quizás tan argentino como regional, es la existencia de un clivaje –o grieta como prefieren los comunicadores sociales en Argentina- entre dos fuerzas políticas que circunstancialmente pueden tener mayorías para formar gobierno: en Argentina nos referimos al peronismo y el no peronismo. Actualmente gobierna el no peronismo bajo el sello de alianza política “Cambiemos” o más actualmente “Juntos por el Cambio” con Mauricio Macri como Presidente y es improbable –no imposible- se mantenga en el poder por los próximos cuatro años. Esto es así dadas las reglas electorales argentinas y los números que arrojaron las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorios (PASO) del pasado 11 de agosto como gran encuesta previa a las elecciones de este domingo 27 de octubre, en donde el peronismo opositor bajo la alianza “Todos” con Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner llega a 47.66% de los votos emitidos contra los 32,09% del oficialismo de Mauricio Macri y Miguel Ángel Pichetto (Juntos por el Cambio), lo cual permitiría un cómodo regreso del peronismo al poder.
Explicaciones existen variadas y para todos los gustos: una pobre performance económica con varios indicadores en rojo, promesas incumplidas hacia el electorado argentino, poca capacidad y poder de fuego para llevar adelante reformas en el Congreso que encaminen al país hacia una agenda de crecimiento y que deje a la Argentina fuera de la estanflación actual. Es cierto que el gobierno que asume en 2015 no es culpable de la herencia macroeconómica delicada heredada del kirchnerismo, que hizo aguas por todos lados a partir del segundo mandato de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner (2011/2015), pero el oficialismo actual no pudo solucionar esos problemas, que en principio parecían sencillos de solucionar al decir del Presidente Macri, como la inflación, la incapacidad de generar dólares en la economía, mejorar inversiones, entre otros (algunos se agravaron aún mas)
Quizás una explicación certera del declive electoral del gobierno de Macri y la muy buena performance electoral de la fórmula opositora, se explique no exclusivamente por variables económicas, sino más bien por la política. Esto se desprende del hecho de que si comparamos la diferencia de votos que logró el actual gobierno cuando triunfa en 2015 en los comicios generales para la presidencia frente al peronismo con la elección PASO del año 2019, la realidad es que mejora en 3 puntos porcentuales, aún en los distritos en donde perdió en 2015. Sin embargo, el peronismo, ahora oposición, mejora su performance en formidables diez puntos de diferencia entre esos mismos años comparados, lo que le permite estirar una ventaja actual de casi 4 millones de votos. Algo difícil de asimilar por el gobierno actual, es que esta mejora se explica en el hecho de que el peronismo a diferencia de 2015 fue unido y la estrategia del no peronismo en el gobierno de mantenerlo dividido, lo cual fue útil en las elecciones legislativas de 2017, no surtió efecto para 2019.
Para concluir, si bien es poco probable se revierta el resultado de las elecciones PASO y se fuerce un ballotage como lo quiere el actual gobierno, aún nos falta el resultado de la elección definitiva.